Yehuda Berg, ens deleïta amb uns dels seus escrits més especials: "Obtener la libertad"
Del 27 de febrero al 2 de marzo de 2011
Si no estamos avanzando, en realidad estamos retrocediendo.
Si no podemos mirar atrás, ver quienes éramos hace seis meses o tres años y sentir que ahora somos diferentes, algo anda mal. No nos estamos transformando. Podemos evolucionar o podemos estar encarcelados.
Algunos de nosotros conocemos a personas que se sienten como si vivieran bajo una sentencia de prisión con sus trabajos, sus familias, sus relaciones, incluso sus cuerpos. Quizá los conociste hace mucho tiempo, cuando podían haber prevenido el encarcelamiento. Quizá el cambio era demasiado incómodo para ellos, o sentían que les suponía demasiado trabajo escapar de allí, y simplemente se rindieron.
Pero quiero recordarte que todos tenemos poderosos recursos a nuestra disposición: amigos, familia y otras personas.
Juntos podemos liberarnos. No es un trabajo que podamos hacer solos.
Sé que no es fácil abrirse y ser vulnerable a los demás, pero si no lo hacemos permaneceremos encarcelados. Si somos honestos con nosotros mismos (y ese es otro requerimiento para liberarse), nos daremos cuenta de que eliminar la negatividad, el ego y el egoísmo que bloquean nuestra alma y le impiden brillar, es demasiado pesado para intentarlo solos. Necesitamos a alguien que nos ayude a identificar nuestras sombras y a trazar una ruta de escape de nuestra cárcel personal.
A nadie le gusta mostrar su rostro al desnudo. Sólo queremos personas que vean nuestras máscaras atractivas. Pero si estamos intentando obtener la libertad, guardar las apariencias es como presentarse voluntario para el confinamiento solitario.
La única forma de salir de la cárcel es pedirle a otra persona que abra la puerta de la celda.
Esta semana, te desafío a que te liberes. Encuentra a alguien a quien abrirte; y mejor aun, quizá conoces a alguien que necesite hacer lo mismo. Es necesario que identifiques tus patrones, y suelen estar tan enraizados, que no podrás hacerlo solo. Sólo si sacamos un brazo a través de los barrotes de nuestra celda y agarramos una mano del exterior podemos llegar a ser libres.
Todo lo mejor,
Yehuda